domingo, 16 de marzo de 2014

El día cero.

Después de todo este tiempo pensando cómo decirte lo que me pasa, pensando cómo sería tu reacción...por fin me decidí, cogí aire, apreté los dientes y te escribí. Lo hice así porque tú, que ya me conoces, sabías que algo pasaba y no quisiste ni siquiera verme. Sé que nadie debe entender porqué me gustaste en su momento, y mucho menos, porque otra vez me volví a enganchar a ti. Es curioso que la persona que más me hizo sufrir, más me engañó y más me manipuló, sea la persona que casualmente más me enamoró. Que cuando tú estás en mi mente, me siento como si estuviera quieta en mitad de la calle, rodeada de mil personas que no hacen más que pasar por mi lado, sin dejarme concentrarme en nada que no seas tú. Y eso es muy difícil de soportar.

Otra vez, debo desengancharme de ti, y espero, que sea para siempre. No sé si podría soportar nuevamente el volver a rozarte, besarte, tenerte entre mis brazos...que sabes bien lo que me pasa contigo, que sabes que esto que siento no va y viene, simplemente siempre está ahí y a veces, lo dejo oculto, bien guardado para no hacerme daño. Pero que eres esa persona con la que no me da miedo arriesgarme y compartir mi vida, eres esa persona que sabe como atraparme y luego dejarme tirada, sin ser capaz de odiarte. Que me hubiera gustado encontrarte en otro momento de mi vida, quizás en un momento que tú no estuvieras volátil, esa palabra me ha dejado marcada. Y creo que la tendré metida en mi cabeza para toda la vida...qué difíciles son las despedidas ¿verdad? Siempre tan amargas, tan raras...las nuestras además, no son tajantes, nunca nos decimos adiós, simplemente nos alejamos con excusas. Esta vez, la excusa es tu "momento". Y créeme que lo acepto y sobre todo, lo respeto, pero tú sabías que esto podía pasar y aún así fuiste insistiendo hasta convencerme. Y lo peor, yo, me dejé nuevamente arrastrar por ti. Con diez años de diferencia, hemos vuelto a empezar y a terminar, sin comenzar nada. Esto me recuerda el "hilo rojo", ese hilo que por mucho que se tense, se líe, se enrede...nunca se rompe y otra vez vuelven a encontrarse. Pero ya no me sirve, esta vez no quiero odiarte, sólo olvidarte, sacarte de mi cabeza, de mi corazón y ser dos cordiales desconocidos. 

Yo que siempre digo que no soy capaz de querer a nadie para siempre, mírame. Aquí estoy doce años después, queriéndote de más, lo que a ti te importo de menos. Aunque si te soy sincera, sé que te gusto, que te importo y que seguramente sientes más de lo que dices, pero eres una persona inconformista, y eso, en parte, también lo pago yo. Porque no me creo que seas capaz de mirarme como lo haces, como lo has hecho siempre, que seas capaz de tocarme de esa manera, e incluso que seas capaz de dejar el orgullo de lado para volver a hablarme, pero que no sientas nada por mi. Lo siento, llámame creída, pero no te creo. Por ese mismo motivo, estoy mucho más triste, porque una relación puede ir mal por mil motivos, pero que no empieces nada por miedo o por cualquier otro motivo, eso no me gusta, no me sirve, no lo entiendo. 

Esta vez, no voy a insistir, no voy a volver a llamarte, ni siquiera te eliminaré de nada, ni de mi vida...seguirás formando parte de ella hasta que tú quieras, y ojalá algún día te arrepientas y vengas a decírmelo, no para estr contigo, simplemente para poder decirte que ya lo sabía. No voy a despedirme, porque aún sigues aquí metido, y sé que seguirás dentro de mi, posiblemente, para siempre, pero aprenderé a sobrellevarlo, a vivir mi vida sin que tú formes parte de ella, a no verte, ni hablarte...a no sentirte más. 


*Te quiero. Nos vemos en el camino.*

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